Culear y llorar.

9:57 Unknown 14 Comments

Hay cosas que son mágicas y bellas a tus ojos, pero no a los ojos de quien compartes la experiencia. Eso me paso con el principito, para mi fue casi mágico que por esa noche olvidara por completo a sapo, fue tan, tan fantabuloso que por unas horas nadie me pudo sacar la sonrisa del rostro y que fuera la viva imagen del principito lo hacía aún más lindo.

Y hoy cuando finalmente me dedique a ver la película "El principito" (en Cuevana 2, paso el dato), debo confesar que lloré y que con casi todas las películas lloró. Pero estos días he estado en tal tristeza de la vida que las lágrimas que corrían eran por la nostalgia de tiempos pasados, sentí una pena enorme por la persona que era hoy en día y recordé cuando era pequeña, soñaba con nunca, nunca crecer, que un días Peter Pan aparecería por mi ventana, me llevaría al mundo del nunca, nunca jamás y entonces nunca, nunca crecería.

Y ahora estoy acá, con conflictos internos por mi falta de cariño que me llevan a tener sexo con casi, casi desconocidos. Acá estoy yo con mi guerra constante entre mis principios y valores. Acá estoy yo tratando de resolver problemas de colegiales en la u. Acá estoy yo, la casi, casi adulta.

Esta casi, casi adulta se culea a un casi, casi pendejo, se culea a un casi, casi ingles, se culea a un casi, casi puc y la lista sigue y sigue. Es que madurar no es el tema difícil, si madurar no es más que un concepto creado por las normas sociales, lo realmente complicado es encontrar ese amor propio que va más allá de las terceras personas, que aparecerán en tu vida casi como el suspiro del viento en un pueblo abandonado.

Yo sé que tirar con principito fue mágico así como hubiera sido con cualquier otra persona que me ayudará a olvidar a sapo. Yo sé que a principito le gusto culear conmigo y que hizo lo que hacen todos, yo cumplí con mi misión de objeto, él cumplió con el mismo concepto.

Sé que no me debo tirar a sapo, ni a principito, también se que quizás me vuelva a tirar a ambos o que reemplace a uno por otro nuevo. No importa lo que pasé porque en algún momento retomaré las cuerdas del carro de la vida, detendré a los caballos y los llevaré por el camino correcto, donde ni las emociones, ni el instinto toman mayor protagonismo.

Fin.

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Gracias al chico orto, a todos los que me escriben, ustedes hacen que el vacío sea ignorado aunque sea por un segundo. Y la última es una asociación a la alegoría del carro alado de Platon.